Comentando del caso de la mujer francesa que solicitó la eutanasia y finalmente se suicidó, el arzobispo de Pamplona declaró durante la Semana Santa que debíamos tomar ejemplo de Jesús, que murió por nosotros sin recibir cuidados paliativos de ningún tipo. Al margen de la evidente falta de sensibilidad del señor arzobispo y el empeño en sostener a toda costa puntos de vista que se han quedado anclados en ese pasado en el que la Iglesia se consideraba dueña y señora de las almas de todo el mundo, el comentario de su Eminencia denota un sorprendente desconocimiento de los textos que nos han legado los Evangelistas y un análisis teológico mal planteado. Una lectura atenta de los testimonios de Mateo, Lucas, Marcos y Juan nos permite extraer las siguientes conclusiones:1. Tras analizar cuidadosamente los Sagrados Evangelios aflora la evidencia de que los romanos, bajo presión del Sanedrín, decidieron CARGARSE a Jesús. Es decir, que su intención al azotarlo, coronarlo de espinas, emplearlo como transportista de maderos y crucificarlo, era la de MATAR al muchacho. Quizás el señor arzobispo se haya visto confundido por el hecho de que habiendo Jesús estudiado en su juventud un módulo de carpintería lo sucedido en el Gólgota fue un encargo laboral que, por motivos ajenos a la narración testamentaria (probablemente relacionados con una defectuosa atención a la prevención de riesgos), salió mal. No obstante las pruebas parecen claras: había intención declarada de LIQUIDAR a Jesús.2. Ahora bien, si uno ha decidido matar a una persona, es evidente que la asistencia a dicha persona de cuidados paliativos no es una premisa necesaria. Aún más, de haberlo hecho los hombres de Pilatos habrían demostrado ser unos rematados cabrones, puesto que la finalidad de la crucifixión era la defunción del condenado y la ayuda médica sólo hubiera servido para prolongar los sufrimientos del finado. Bien es cierto que la Inquisición solía aplicar cuidados médicos a sus "pacientes" a fin de que duraran más tiempo y no se les fueran de este mundo antes de las preceptivas sesiones de potro y hoguera, pero hay que reconocer que los romanos, a quien nadie podrá acusar de ser unas Hermanitas de la Caridad, en general no eran tan h. de p. como los obispos.3. De ahí se sigue la conclusión de que DESGRACIADAMENTE Jesús no recibió cuidados paliativos, porque de haberlos recibido seguramente no la hubiera diñado en apenas unas horitas y al menos habría resistido el periodo preceptivo para una muerte por crucifixión, estipulado en torno a las 36 horas, y quizás habría podido mantenerse sobre el madero un par de días. A primera vista esa circunstancia puede parecer desafortunada para el sujeto paciente (es decir, el susodicho crucificado) pero habría resultado un motivo de gozo y felicidad para la comunidad cristiana en general y un servidor de ustedes en particular, porque entonces en vez de una birria de puente de cuatro días podríamos disfrutar de una verdadera SEMANA SANTA casi completita, de Jueves Santo a Martes de Resurrección, ambos incluidos. Este alargamiento de la festividad hubiera sido especialmente bien recibido en Andalucía, comunidad de arraigado cristianismo pascual, ya que así sería factible sacar los pasos de Semana Santa sin prisas ni embotellamientos que desluzcan las fiestas.4. Es decir: al no ofrecer cuidados paliativos a Jesús los romanos estaban PERJUDICANDO A TODA LA COMUNIDAD CRISTIANA, algo lógico dadas sus posteriores actuaciones al respecto entre los reinados de Nerón y Trajano. Bajo ninguna circunstancia puede presentarse esa desatención médica como un ejemplo para los fieles.5. Para rematar esta argumentación, sólo nos queda anotar que de acuerdo a los evangelistas un soldado romano llamado Longinos, apiadado de los sufrimientos del Señor, le arreó un lanzazo en la parte superior del cuerpo, provocando una incisión punzante de entrada por la zona abdominal derecha en dirección a la cavidad torácica que afectó a pulmones y corazón y produjo una parada cardiovascular en el afectado. De resultas de dicha penetración, el citado Jesús, natural de Nazareth, pasó a mejor vida. Esto viene a demostrar lo equívoco de las doctrinas eclesiales al respecto, puesto que el así llamado Hijo de Dios recibió una misericordiosa EUTANASIA, reconocida de forma indirecta por los Padres Fundadores de la institución católica al elevar la lanza del citado Longinos a la categoría de objeto sacro.
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Bien, este es un correo que he recibido, que me ha parecido muy interesante, su autor es José Antonio Peñas. Solo es otro razonamiento más sobre la eutanasia, la iglesia y la Semana Santa. Este escrito puede parecer un poco provocador, quizás ofensivo para algunas personas, no es mi intención la de ofender, y por supuesto, está abierto a toda clase de crítica. Piensen, razonen y opinen ustedes, son libres de hacerlo aquí. Si quieren.
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